Como envidio a mis abuelos, como envidio a los pequeños
pueblos de antaño, las carretas, las luz de las candelas, las bolsas para
chorrear café, los pozos de agua, los pisos de tierra….
Cambiaría el carro por un caballo, los edificios por
árboles, el asfalto por lastre;
cambiaría el iPhone, las tablets, el Internet… todo, por la tranquilidad
de pasear por las calles, las "mejengas" de barrio, el aire fresco de la noche;
pero sobre todo por mi tranquilidad, mi seguridad y mi paz.
Esas 3 cosas que ya no existen en nuestra hermosa Costa
Rica, “la suiza centroamericana”. Ojalá este hermoso país realmente fuera “una
Suiza” no sólo por sus montañas, valles y llanuras...
He buscado una persona, una sola que no haya tenido que
sufrir y sentir el miedo de que violen su espacio, su tranquilidad y sus cosas
materiales, y no he encontrado ninguna., porque todos los costarricenses estamos
inmersos en la corrupción, la
delicuencia, el miedo y sobre todo la inseguridad.
Hoy fue mi hermano menor, quien tuvo que soportar un
cuchillo contra sus costillas a cambio de unos miles de colones, y es ahora que
egoístamente me pregunto cuántos costarricenses sufrirán esa angustia todos los
días, esa impotencia de no poder defender lo que tanto les ha costado, ese
miedo a perder la vida por lo material. ¿Cuántas familias estarán llorando hoy
por culpa de estos delincuentes que llenan nuestras calles?
Es lamentable que tengan que pasar estas cosas para abrir nuestros ojos ante la realidad que nos rodea. Pero gracias a esta situación que me tocó vivir hoy, a mí, mi hermano, mi familia, sé y entendí, que definitivamente no
envidio las grandes ciudades, no envidio su desarrollo, ni su gente. Si lo pienso, realmente ni siquiera envidio la Costa Rica de antaño, porque hoy no envidio... hoy anhelo... anhelo nuestra tranquilidad,
nuestra paz y sobre todo nuestra seguridad.
TA Ru.
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